Mediación y convivencia: Desafíos y oportunidades en la construcción de Paz

Según las Naciones Unidas, convivir en paz consiste en aceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar, reconocer, respetar y apreciar a los demás, así como vivir de forma pacífica y unida. En este contexto, la mediación –basada en una cultura del diálogo– se erige como una herramienta de justicia restaurativa y un puente hacia la transformación social. A continuación, los avances y desafíos.

Convivir en paz es un proceso dinámico y participativo que promociona el diálogo y la solución de conflictos con un espíritu de entendimiento y cooperación. Esto se relaciona con el enfoque de derechos humanos, que considera a las personas como punto de partida para construir las relaciones y la convivencia social. Las reconoce con sus diversidades, derechos y necesidades. Las respeta y las escucha.

Por otra parte, la construcción de una convivencia pacífica y democrática contribuye al cumplimiento de los Objetivos Desarrollo Sostenible, ODS, el compromiso global con un futuro mejor y más justo.

El diálogo y la mediación implican procesos de cambio social, para lo cual resulta esencial la educación para la paz y democracia –ODS 4: Educación de calidad–. El diálogo y la mediación promueven sociedades, justas, pacíficas e inclusivas –ODS 16: Paz, justicia e instituciones sólidas–.  También se vinculan con la promoción de los derechos humanos y el acceso a justicia, especialmente de personas en condición de vulnerabilidad la inclusión, y la igualdad de género –ODS 5: Igualdad de género–.

El desarrollo de métodos alternativos de solución de conflictos es vital para construir políticas públicas de acceso a justicia, sobre todo mediante el fortalecimiento, la expansión y articulación de servicios de mediación y de mecanismos de diálogo. Estas prácticas –en ámbitos públicos, comunitarios, académicos, educativos y privados, etc.–, permitirán incidir en los procesos de transformación social y cultural.

Oportunidades en el sistema penal

La mediación, como mecanismo para el acceso a justicia, se ha instalado en el país mediante la habilitación del Servicio de Mediación del Poder Judicial, del Ministerio de la Defensa Pública y del Ministerio Público.  El desafío actual es avanzar hacia una justicia restaurativa, que resuelva el conflicto haciendo a los delincuentes responsables de sus acciones e involucrando a la comunidad. Se enfoca en la compensación del daño a las víctimas, pero involucra a toda la comunidad, incluyendo a quien causó el delito.

Otro desafío es el desarrollo de la mediación comunitaria y penal. Esta última contribuirá a transformar paradigmas, promoviendo la mediación en la resolución alternativa de conflictos penales o sociales con consecuencias penales. Por otra parte, se presenta como una salida procesal en delitos menos gravosos. 

Desde la mediación penal, se comprende el delito como un conflicto y no como una mera infracción a una norma. La víctima es una real protagonista en el proceso y el Estado ya no se apropia del conflicto. La sanción penal debe estar reservada a la resolución de conflictos de alta intensidad y alto impacto, por lo que se promueve una solución consensuada por las partes, siempre que esta no agravie el interés público.

El sistema penal está colapsado de conflictos originados por disfunciones familiares o comunitarias que requieren de una resolución rápida, algo que un servicio de mediación podría brindar. Además, de arribar a una resolución pacífica, se logrará la reparación del daño y, lo que es más importante aún, se logrará prevenir la escalada del conflicto con la aparición de otros de índole similar, sin perjuicio de que la vía penal se mantenga abierta.

Paralelamente resulta vital fomentar la mediación educativa y comunitaria, promoviendo la participación ciudadana para el acceso a justicia, en la construcción de políticas públicas de acceso a justicia desde el Poder Ejecutivo y el sistema de justicia.

La mediación es un camino desafiante y lleno de oportunidades de aprendizajes para el diálogo y el empoderamiento de las personas en la toma de decisiones consensuadas ante el conflicto. Como resultado, adquirirán protagonismo, y el tejido social y la unidad se fortalecerán, más allá de las diferencias.

Hoy, cuando el contexto mundial, regional y nacional nos conecta con realidades comunes, América Latina sufre los mayores índices de exclusión, violencia y encarcelamiento. Para la construcción de paz, habrá que seguir avanzando y profundizando en la institucionalización del Diálogo Social y la Mediación. Así también, habrá que impulsar Políticas Públicas de Justicia Restaurativa y Acceso a Justicia;  promover la concienciación, la educación y  prácticas culturales de diálogo, así como la mediación y la participación de sociedad civil en la gestión de los conflictos. Otras estrategias son promover y socializar la mediación, desarrollar alianzas estratégica, y generar mecanismos y espacios de interacción entre actores públicos, sociedad civil, comunidad jurídica, gremios profesionales, academia, y medios de comunicación.

La coyuntura actual exige visibilizar la mediación como herramienta de justicia restaurativa y para la construcción de una cultura de paz.

Fecha Publicación: 25/12/2024

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